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Corpus Christi.

Se decía popularmente que 3 jueves había en el año que relucían más que el Sol. Hoy, 2 de esos jueves se celebran en domingo, entre ellos, el domingo de Corpus Christi. 
El sol, como dice el refrán, brillaba como le correspondía, y esta Antigua Devoción, desde primera hora de la mañana, se dispuso a preparar en la calle de Santiago, por vez primera, un altar para recibir a Jesús Sacramentado.


El altar, como ya se anunció en esta página, estaba presidido por la Emperatriz del Carmelo, como no podía ser menos, para lo que fue elegida la imagen de la venerada Pedigüeña, que, como su nombre indica, y con su bandeja histórica, estuvo pidiendo limosnas durante toda la mañana. Sin embargo, como sorpresa, a sendos lados se situaban dos imágenes de mediados del S.XVII, una del Patriarca San José y otra de Santa Teresa de Jesús, patrona de la archidiócesis de esta ciudad de Valladolid. Todo ello flanqueado por el escudo de la Orden del Carmen y con alusiones eucarísticas, consiguiendo con el conjunto, no sólo recordar las dos imágenes que salen cada Lunes de Pentecostés en romería del Santuario, si no que, junto a la reformadora del Carmelo, se consiguió un altar con un simbolismo muy carmelita.
Para la ocasión la Pedigüeña  lucía en su cabeza la presea que hace varios años se rehízo para la Virgen del Carmen Niña. por ser más grande que la que tiene ella en su hornacina, y el escapulario que este año estrenase la misma imagen en el rosario de la aurora de Pentecostés y que bordo N.H.C Jorge Ramírez, quien también realizó el adorno floral que podíamos contemplar. Así mismo, para esta ocasión, a San José se le rehízo el resplandor perdido y lucía en su mano una vara de azucenas naturales (lilium oriental blanco).
Además de engalanar con nuestro altar el recorrido de la procesión la cofradía quiso acompañar a Su Divina Majestad, en la Custodia que labrara Juan de Arfe, en el recorrido procesional, para lo que un grupo de cofrades acudieron tanto a la misa como a la posterior procesión, con el estandarte de Nuestra Señora. 
Al paso de la custodia no cesó el olor a incienso de nuestro altar, ni el toque de campanillas que anunciaban que Dios real y verdaderamente se hacía presente. 
Hemos de agradecer a la Insigne Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús Nazareno la predisposición que han tenido para cedernos su casa de hermandad para lo que necesitásemos y atender a la solicitud de prestarnos una mesa y un dosel, para poder completar nuestro altar, a Javier Juárez la cesión de fotografías y no quisiésemos olvidarnos  de todo aquel entusiasta y devoto de Nuestra Señora del Carmen que se quiso acercar a venerar a la Pedigüeña. 

Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar y la Virgen concebida sin pecado original. En el cielo en la tierra y en todo lugar. Sean por siempre benditos y alabados. 


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